El papel térmico, un veneno de uso cotidiano

Recientes informaciones en la prensa en el último mes nos advierten de un peligroso veneno que todos tenemos al alcance de las manos y es de uso cotidiano, el papel térmico de los tickets, facturas, recibos, entradas y un largo eccetera de  puede perjudicar nuestra salud.

Este veneno se llama Bisfenol-A (BPA) y forma parte de los productos químicos encargados de hacer que el papel térmico "se pinte" cuando reacciona al calor del cabezal de la impresora.

Entre los problemas que acarrea la exposición prolongada al Bisfenol-A está en la posibilidad de sufrir cáncer, desórdenes endocrinos e infertilidad. Según el estudio realizado por la universidad de Granada (fuente) el 90% del papel térmico contiene esta sustancia tóxica.

En Control Táctil y ConsumiblesTpv llevamos muchos años vendiendo rollos de papel térmico y los que repartimos a nuestros clientes directos de la calle, los que vemos y con los que hablamos dia a dia ya habíamos comentado que era un papel químico, que podría llevar sustancias que fueran nocivas, aunque desde una anécdota hace años lo habíamos comentado sobre barmans (que tienen siempre varias comandas en las manos e incluso en la boca) y sobre las comandas de preparación en cocinas, que el papel no tocara en ningún caso la comida... pero desde luego nunca pensamos que un artículo fabricado en la UE de uso tan cotidiano contuviera semejante peligro escondido detrás de su blancura.

Desde luego los consejos sobre no almacenar ni reutilizar el papel térmico son tajantes y debemos exponernos lo mínimo posible, a estas recomendaciones añadimos el aspirado regular de las impresoras de papel térmico, ya que el polvo fino y blanco que como residuo dejan los rollos de papel térmico en las impresoras, y tenga en cuenta que mas residuo contra menos calidad del papel. 

Los fabricantes ya se han puesto en marcha y nos han prometido una solución de papel térmico libre de Bisfenol-A en breve.

En cuanto a la anécdota que comentaba mas arriba y que fué el momento en el que empezamos a comentar lo del papel térmico con los clientes sucedió hace ya varios años en un bonito pueblo de la costa alicantina, en un restaurante a pié de una magnifica playa donde el trabajo en barra era (y sigue siendolo) un locura, alli trabajaba una barman muy hábil y rápida, tanto era el afán y las comandas que era aficionada de morderlas con los labios mientras las preparaba, pues bien, después de varias horas de turnos acababa con los labios pintados de un color amoratado de tanto papel térmico que había mordido, algo que me llamó mucho la atención y que nos abrió los ojos sobre el papel térmico y los químicos que lleva.

Por cierto, después de varios años ya, seguimos teniendo contacto y la barman en cuestión disfruta de una buena salud.